sábado, 2 de febrero de 2013

El espíritu de las leyes sobre accesibilidad


Ojeando por esos mundos del Internet e leído este articulo.


La picaresca trasladada a los edificios

Cada Comunidad Autónoma tiene diferente reglamentación sobre accesibilidad en edificios.También el Estado posee un cuerpo legislativo. Normas y normas que, me temo, no son todo lo eficaces que podrían ser.

Por los textos que he leído, tengo la impresión de que pecan de generalistas. Se habla de “adaptar”, de “promover”, de “no discriminar”... pero no especifican cómo deben ser estos edificios.
De ahí que veamos edificios que cumplen con la ley pero no son accesibles.

El refrán “hecha la ley, hecha la trampa” dice mucho de la cultura política (y no política) que hay por estos lares. Aquí parece que quien sigue la norma es un pringado, que sólo los cobardes esperan a que el semáforo se ponga en verde para cruzar y que pagar impuestos es cosa de pobres.


Estoy segura de que muchas Comunidades Autónomas tienen leyes similares; y estoy convencida de que tampoco se cumplen.
Veamos dos ejemplos.

Los cines Aragonia se construyeron en Zaragoza en el año 2009. Cuentan con 16 salas y exhiben películas en versión original. Como es normal, las salas están diseñadas como un anfiteatro: filas de asientos unas más altas que otras, para llegar al asiento hay que subir escaleras. La ley dice: La construcción, ampliación y reforma de los edificios de titularidad pública o privada destinados a uso público (entre ellos salas de cine) se efectuará de forma que resulten accesibles para personas con limitaciones. 

¿Qué ha hecho la empresa propietaria de Aragonia? Ha dejado varios espacios para sillas de ruedas en la primera fila.
Cumplen con la ley, pero no con su espíritu, salvan la multa pero se ríen de los motivos que tuvo el legislador al redactar la norma. 
Un ciudadano con problemas de movilidad que quiera ver una película en los Aragonia está obligado a verla en primera fila, a costa de sus ojos y su cuello, la otra opción es ir acompañado y que le ayuden a subir hasta su fila, pero eso no es accesibilidad.

Segundo ejemplo: hace unos días fui a una oficina de la Seguridad Social por un tema de baja laboral, al llegar al edificio, descubrí que tenía un puñado de escalones, antes de empezar a jurar en arameo también descubrí la existencia de un timbre con el icono de silla de ruedas, llamé y salieron dos funcionarios a preguntarme qué quería, cuando les expliqué la gestión que iba a hacer, me dijeron que entrase, sacaron una rampa metálica y la colocaron en los escalones, el problema era que la rampa quedaba demasiado empinada, tanto que no me atreví a subir.

De nuevo,  ponen los medios para cumplir la ley pero en realidad la están burlando. Mal que lo haga un cine pero todavía más grave es que el edificio sea público.

Como éstos, hay centenares de ejemplos y no sólo en el tema de la accesibilidad. 

Quizá la mejor forma de edificar, no sea cumplir con leyes difusas sino, por utilizar la expresión de moda, utilizar el sentido común.

Durante muchos años, la mayoría de las viviendas tenían un escalón a la entrada, era símbolo de status, de elegancia y un estorbo. 

También en muchas casas había que subir un puñado de escalones hasta llegar al ascensor, con el paso de los años y el envejecimiento de los vecinos, se sucedieron las modificaciones, al principio se colocó una rampa en la entrada, pero solía ser demasiado empinada y muy corta, lo mismo sucedió cuando trataron de mejorar el interior, una escalera de 8 peldaños necesita una cuesta muy larga, y no suele haber espacio suficiente, así que no es raro encontrarse una rampa que corre en paralelo a las escaleras, con la misma inclinación, una rampa inútil, peligrosa.

El último paso es reformar toda la entrada y el rellano, se elimina el escalón y se baja el ascensor hasta ras de suelo, claro modificar así la entrada supone una derrama importante, es la consecuencia de no hacer las cosas bien desde el principio.

Pero no todo son viviendas privadas, los edificios públicos deben ser accesibles. 

Suelo decir que esto se arregla el día en que haya una silla de ruedas en el Consejo de Ministros, pero ¿cómo subirá las escaleras de La Moncloa?



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